Si nos paramos a pensar, todos podemos hacer una lista de las películas que nunca nos cansaríamos de ver una y otra vez, aun conociendo el final, todas las escenas y la mayoría de los chistes. La primera vez que vi El Quinto Elemento, no pude fijarme en todas las pequeñas cosas que formaban parte del aparentemente infinito escenario de este futuro ficticio. Cigarros con el doble de filtro, camas que se hacen solas, coches voladores y hermosas camareras vestidas como en las visiones futuristas de los años 70 son el principio de una historia de acción, más que de ciencia ficción: pues las naves espaciales son pocas, pero tiros y explosiones hay de sobra.
Lo más sorprendente del filme, aparte del pelo naranja -y las supuestas cintas térmicas- de Leeloo (Milla Jovovich), el profetizado quinto elemento, es su tendencia a la autoparodia, lo que muchos tomarán erróneamente por humor facilón. Porque lo cierto es que El Quinto Elemento no sobrevivirá al paso del tiempo como un clásico de la ciencia ficción, ni lo busca: las retransmisiones radiofónicas de Ruby Rhod, la hortera opulencia del paraíso Fhloston, la neblinosa base de los rascacielos de Nueva York, los mercenarios feos y estúpidos y el malo malísimo (que responde al nombre de Jean-Baptiste Emanuel Zorg), rastrero y consciente de su condición, entre un larguísimo etcétera, jamás intentan aparentar dignidad cinematográfica… ni mucho menos.
Luc Besson dirige un circo totalmente desorganizado, engendrado en la grandeza de los diseños del genial Moebius y muchas veces sacado directamente de escenas de su obra El Incal. Nos ofrece el inevitable choque entre el bien y el mal, defendidos uno y otro por tanta gente a la vez que el héroe (Bruce Willis) y el villano (Gary Oldman) ni siquiera llegan a encontrarse cara a cara. Distopía cómica sin ánimo moralista y cargada con un valor visual incuestionable, El Quinto Elemento no nos cuenta nada nuevo pero, si no de otra forma, sí con una relajante indiferencia que deja a cada uno ver lo que quiera en ella.
El Quinto Elemento es otra de las películas con las que tengo deuda pendiente. Espero arreglarlo pronto. Únicamente conozco las partes de la banda sonora que canta la magnífica soprano franco-albanesa Inva Mula. No son ni mucho menos como para pasarse por alto. Sin duda forman un gran complemento a una película de evidente éxito que, por lo que dices, está más que justificado.
SISISISISIS SI LA TENGO PERO KE NO LA HE VISTO POR ESE LADO ….ASI KE ATA KY NU MAS EL KOMENT VOY A BUSCARLA POR HAY EN EL CAJON DEL DESASTRE MENTAL
YO ALMAZENO TODO LO KE PUEDA SERVIR Y VIERAS TU LAS COSAS KE HECHO CON LO KE VOTAN OTROS
ME VOY A COMPRAR PALOMITAS DE MAIZ (POP CORN, CAURITAS, O COMO KIERAN LLAMARLAS)
PERDON POR LO KATETE.. PERO AIER LA VI… DESPUES DEL POST Y KE KEREN KE LES DIGA
MMMMMMMMMMMMMM NOP PA’ NA … NO ENCONTRE ESE SIGNIFIKADO PERO WENO, = LAS POSTURAS DE OTROS SON LO KE RECOGEMOS DEL EL SUELO
¿Y SUPIERAN USTEDES LO KE HAGO CON LO KE ENCUENTRO TIRADO!
PERO WENO, PA TERMINAR…
“EL PERFUME” NA KE DECIR CAPACIDAD EN SU MAXIMA EXPRECION LITERARIA LLEVAO A LA PERFECCION AL CINE… DUSTYN?
KOMO SIEMPRE!
EXPECTACULIAR
XAUZ
En cierto modo EQE tiene la estética de la época dorada de las aventuras gráficas, como Beneath a Steel Sky, y la CF de estilo punk colorido y humorístico que al final fue relegado por el ciberpunk, más oscuro y pesimista (y menos divertido).