La influencia de la obra de Tolkien ha provocado la publicación de innumerables libros, biografías y guías sobre el fantástico mundo que el profesor inglés creó y maduró durante la mayor parte de su vida. De todas ellas, hay algunas que no aportan nada nuevo y otras que son dignas de ocupar un espacio en la estantería junto a nuestro ejemplar de “El Señor de los Anillos”. El Bestiario de Tolkien de David Day siempre ha tenido un hueco en mi habitación, seguramente porque gracias a él he podido llegar a comprender mucho mejor la impresionante creación del autor.
Esta enciclopedia describe, ilustra y perfila históricamente todo cuanto ha sucedido en el mundo de Arda. Soy consciente de la cantidad de gente que cree que el universo creado por Tolkien se limita a la historia de “El Señor de los Anillos”, algunos más conocerán y habrán leído también “El Hobbit”, y estoy seguro de que mucha menos gente ha leído entero “El Silmarillion”. Pues bien, este libro es una lectura que recomiendo absolutamente a todos. La gente que sólo ha descubierto la punta del iceberg con su obra más famosa se llevará una grata sorpresa al conocer las razas, pueblos, deidades, flora y fauna que existen o existieron en el mundo de los famosos Aragorn, Frodo, Legolas, Gandalf… Y aquellos que ya han disfrutado de algo mucho más minucioso y detallado como es la lectura de “El Silmarillion” podrán entender mejor todo lo que han leído y aprender mucho más de lo que creían saber.
Mi experiencia en Arda fue bastante desordenada, si bien recomiendan este orden de lectura : “El Hobbit”, “El Señor de los Anillos” y “El Silmarillion”, yo lo leí totalmente al revés. Así que puede decirse que tenía algunas ideas un poco desordenadas, y sobretodo que no había disfrutado demasiado de las grandiosas historias de los Silmarils debido al uso exagerado de nombres y referencias que desconocía por completo. En esos momentos era un auténtico adicto de material “tolkiniano”, así que me leí el Bestiario de Tolkien de la “A” a la “Z” literalmente. Gracias a sus mapas, sus tablas cronológicas, sus descripciones de monstruos y bestias, sus magníficas ilustraciones y su detallada relación de historias y personajes se produjo el milagro. Al fin sentía que todo cuanto leía cobraba sentido, cogí “El Silmarillion” y me lo volví a leer. Tal vez ésa fue una de las lecturas que más he disfrutado en mi vida.
En palabras del autor: “Este libro fue escrito y diseñado en la creencia de que, si los escribas de la Tierra Media hubieran reunido en una obra la historia natural de Arda, el resultado pudiera haber sido muy similar a éste”. Yo creo que sí.
En mi caso, con 13 años, habiendo considerado que El Señor de los Anillos era infumable en el momento en que descubrí a Tolkien gracias a MERP, puedo decir que, no El Bestiario sino La Enciclopedia (refrito del anterior) fue crucial para entender el rico trasfondo de la mitología y que merecía la pena pasar del capítulo de Tom Bombadil (hoy, todos los capítulos de La Comarca son mis predilectos) para sumergirme de lleno en la Tierra Media.
Es más, no concibo el modo en que percibiría ahora mismo el conjunto sin haber tenido ese referente encliclopédico.
Referente que palidece, por cierto, pese al aire presuntuoso que se le atribuye a David Day, ante otros almanaques tolkiniano.
Y para mi imaginación, pese a las opiniones de los amantes de mayor realismo, los dibujos de los distintos autores del Bestiario fueron MUY inspiradores.
En definitiva, en un pasado alternativo sin la Enciclopedia, me habría perdido entre los Apéndices y el Silmarillion, realizando conexiones a lápiz y otras mentales a través de las que no me habría empapado de todo lo que adquirí.
Con lo que mis PJs se habrían perdido la partida de El Señor de los Anillos (versión “La carta de Mantecona llega a La Comarca”) o la partida que desarrollaba subtramas de la historia de Turin Turambar (Jornadas Otxarkoaga `95), entre otras.
Y no, no seré yo quien cite a Chomsky en vano para tener la más dolorosa de las muertes. (Hostia, me he equivocado de blog).
Je. Je.
En cuanto al Bestiario, la verdad es que no me lo he leído (tal vez sea el único libro sobre Tolkien que no compré en mi intensa fiebre tolkiniana… sí, tengo el atlas, la enciclopedia de Robert Foster, las cartas, los cuentos, el libro sobre etimología y nosecuántos más).
El Silmarillion me pareció un libro tan Grande, en cuanto a historia, estilo, trasfondo y herencia mitológica, que acepté todo el caos en él como una característica necesaria para amarlo tal y como es. Fue un libro que me leí en gran parte bajo el edredón, aprovechando los últimos estertores de la linterna y desplazando mi concentración de los sonidos de mi casa a la genealogía de Finwë continuamente. Aún hoy estoy enamorada de todos sus personajes y siento que el libro marcó un antes y un después en mi vida como lectora.
Creo que leer antes una enciclopedia habría ensombrecido bastante lo que la obra de Tolkien significa para mí (en el sentido de conjunto de voces, estilos e irregularidades), pero si ésta es la única manera de que la obra del Maestro se expanda un poco más -y sea considerada algo más que cuentos de elfos y espadas-, bienvenida sea.
Si bien es cierto que la forma ortodoxa de introducirse en Tolkien es sin intermediación de compilaciones o películas, en mi caso hubiese sido muy difícil hacerlo.
Es más, intenté leerme el Silmarillion y me pareció únicamente un culebrón tan intratable que lo dejé (tenía trece años, repito).
Luego se puede decir que el apoyo colateral me incentivó a seguir.
Y gracias a la Enciclopedia pude comprender lo que había tras el culebrón.
Es más, en posteriores lecturas del Silmarillion ya llegué al límite de querer leerlo “correctamente”, y me dispuse, cuando no había más fuente que los Apéndices, a aprender élfico por mi cuenta, con el único fin de pronunciar como Tolkien hubiese querido.
Admiro que hubieses podido asumir toda la irregularidad de Tolkien sin apoyo logístico (¡y más bajo las sábanas!).
Nota: la enclicopedia de Robert Foster viene a ser un primer borrador sin dibujos de la de David Day.
Y de todos los “accesorios”, Las Cartas son con lo que más disfruto; leer a Tolkien realizando lo que en Derecho llamamos interpretación auténtica es una delicia, cuando no simplemente opinando sobre temas diversos.
Yo soy de los que se ha leído esas tres novelas, jeje. Bueno…y algún cuento de los que escribió:)
Aunque yo prefiero un bestiario mitológico, los hay bastante buenos:)