Ciudades victorianas asediadas por fábricas que escupen humo y hollín; monstruosas máquinas de bronce que silban, resoplan, bufan y traquetean con la ayuda del vapor omnipresente; científicos locos e inventores megalómanos armados con enormes gafas protectoras y llaves inglesas cien veces mejoradas; engendros de la naturaleza y expediciones imposibles; poleas, tuberías, tuercas, válvulas, pedales, agujas, palancas, ruedas y engranajes: es el ensordecedor e incansable hormiguero del mundo steampunk.
Inevitablemente relacionado con su hermano mayor el cyberpunk, este género inicialmente literario basa su identidad en la tecnología del siglo XIX, una era -normalmente británica y victoriana- dominada por el vapor y el carbón e iluminada por los primeros pasos de la electricidad. Bien como realidades alternativas en las que los descubrimientos científicos han seguido un camino diferente -el de la mecánica frente a la electrónica-, o bien como relatos del más puro y genuino laissez-faire imperialista, el steampunk se materializa en historias oscuras, distópicas y a veces simplemente nostálgicas de tiempos más poderosos y emprendedores.
Hijo tardío de los Voyages Extraordinaires de Verne y los relatos cientifistas de H.G. Wells, el steampunk nacido en los 80 se ha desarrollado durante los últimos años hasta convertirse en lo que algunos consideran un estilo de vida en el que las gafas protectoras (goggles) no pueden faltar. Películas (algunas de menos calidad que otras) como El Castillo Ambulante, Wild Wild West o Steamboy, libros como La estación de la calle Perdido o la trilogía de La Materia Oscura -en la que los zeppelines son tecnología punta en cuanto a transporte aéreo-, La Liga de los Hombres Extraordinarios (Alan Moore) y El Increíble Cabeza de Tornillo (Mignola) en el mundo del cómic e incluso grupos de música como Abney Park o Vernian Process han dado vida a todo un universo que se expande a medida que bebe de otras fuentes -la vasta herencia de Lovecraft como una de las más reconocibles-.
No sería extraño descubrir tendencias steampunk en la moda y el diseño del futuro cercano, proceso que ya está asomando la cabeza. Vivimos en unos tiempos que comienzan a revivir los 90, y la absorción de ideas de cualquier sitio -sobre todo si se trata de culturas “alternativas”- es nuestro pan de cada día. Veremos quién será el primero en comprarse una lámpara de queroseno.